Entrada destacada

LA RECONVENCION INDUSTRIAL

LA RECONVERSIÓN INDUSTRIAL: O LAS MANIFESTACIONES DE UN PROGRAMA CUYA VIABILIDAD DESCANSA ENTRE LOS INTERESES DEL GOBIERNO Y DEL EMPRESARIA...

viernes, 29 de mayo de 2020

ECONOMIA Y POLITICA DE LA VENEZUELA AGRARIA

Política de la Venezuela Agraria

   Durante este período hubo grandes rivalidades entre los grandes propietarios por alcanzar mayor poder y los cambios en los precios del café y del cacao amenazaban con arruinar a los latifundistas de las provincias. Éstos se revelaron, seguidos por el pueblo, para recuperar su porción de poder, originando el caudillismo.

   A lo largo de 1830 a 1835 un grupo de hombres: Páez, José Tadeo Monagas, Guzmán Blanco, Cipriano Castro y Juan  Vicente Gómez se alternan e imponen su poder en alianza con la burguesía mercantil y los caudillos regionales. Las constantes guerras civiles provocaron un estancamiento de la economía.




Economía de la Venezuela Agraria


  

 Venezuela fue un país principalmente agrícola hasta 1925, en que comenzó a desarrollarse comercialmente la explotación petrolera. Sus principales productos de exportación eran: cacao, añil, café, algodón, ganado y cueros.

   Como ya hemos descrito anteriormente, la economía se basó inicialmente en la exportación de cacao y posteriormente en la de café, por lo que siempre fue monoproductora y dependiente de los precios de los mercados internacionales.
A pesar de que antes de 1920 el café seguía siendo el centro de la actividad económica venezolana, la actividad petrolera fue ganando más espacio, debido al aumento de la demanda del crudo con la difusión del motor y el estallido de la primera guerra mundial.



EDUCACIÓN 

La educación era deficiente y escasa. El Estado no estableció escuelas rurales así es que la mayoría de la población, que se ubicaba en los campos, era analfabeta.
   En cuanto a la salud había muchas enfermedades infecciosas, parasitarias y endemias tropicales por la falta de servicios básicos en el área rural donde vivía la mayoría de la población.




Cacao y Café


Cacao

Es un árbol cuyo fruto sirve para fabricar chocolate, medicamentos, perfume, jabones. Crece en clima cálido y húmedo.  Durante la Colonia, siglo XVI y XVII, la producción de cacao se exportaba a Europa, México y Cuba, donde admiraban la calidad de nuestro cacao.

Zonas productoras de cacao en Venezuela agraria



    Las plantaciones de cacao se ubicaron hacia el centro y oriente del país:
  

  • Zona Costera Central: Estado Aragua (Choroní, Ocumare de la Costa)
  • Zona Barlovento: Estado Miranda (Caucagua, Curiepe y el Guapo)
  • Zona Andina: Tieras bajas de los estados Lara, Trujillo y Mérida
  • Zona Oriental:Estado Sucre ( Irapa, Yaguaraparo).



La sustitución del cacao por el café 


   Entre 1830 y 1840 el cacao dejó de ser rentable y el café comenzó a ser un buen negocio, las guerras que tuvieron lugar en el continente europeo, a finales del siglo XVIII, hicieron difícil su venta en el exterior. Además en el mercado mundial, la demanda del café aumentó por encima que la demanda del cacao y sus precios también.

Café



   El cafeto es una planta cuya semilla, recibe el nombre de café, al ser tostada y molida, origina una bebida que se hace por infusión.
 A finales de la colonia, Venezuela exportaba un 15% de toda su producción agrícola, para 1837 el café había desplazado al cacao de primer lugar, lo que se mantuvo hasta 1926 cuando fue superado por el petróleo.
     A partir de 1840 las exportaciones de café (200 mil sacos de 60 kilos) subieron al mismo ritmo del crecimielto de la población, hasta 1870 en que crecen más rápido, hasta superar el millón de sacos en 1913.

     Zonas productoras de café en la Venezuela agraria: 


  • Zona de los Andes : Estados Táchira, Mérida, Trujillo y Lara.
  • Zona Central: Estados Carabobo y Aragua y Distrito Capital.
  • Zona Oriental: Estados Anzoátegui, Monagas y Sucre.
Hacia finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX nuestro país pasó del cuarto al segundo lugar como productor de café, hasta 1920 cuando Colombia nos desplaza el tercer lugar y en 1925 al cuarto lugar.
    
 La sobreproducción de café a nivel internacional, la disminución de los precios, las difíciles condiciones internas en el campo político y la valorización del café brasilero ocasionó la reducción de la exportación de café hacia 1925 cuando surge el petróleo. 



VENEZUELA AGRARIA



EL SECTOR PRIMARIO DE LA ECONOMÍA 







VENEZUELA AGRARIA

La Venezuela agraria se denomina así porque la economía del país dependía de los productos de la tierra y del ganado .Se caracterizó por el predominio del café del café y el cacao como productos de exportación, nuestra dependencia a los mercados internacionales, el analfabetismo y la vida rural de la mayoría de los venezolanos.
Durante el período agrícola, es necesario resaltar el carácter dependiente de la economía venezolana, es decir, la subordinación de nuestro desarrollo económico a los intereses de los países capitalistas avanzados, que nos utilizaban como mercado para su creciente producción industrial y como proveedores de materias primas y alimentos necesarios a su desarrollo capitalista. La dependencia económica daba lugar a formas soterradas de dependencia política e ideológica. La falta de desarrollo de la producción no agrícola, obligó al país a importar toda clase de materia prima o herramientas para el trabajo en el campo, las cuales eran fabricadas en otros países, a pesar de la facilidad de su elaboración, no era posible que las mismas fuesen realizadas en el país; razón por la cual, Venezuela desde su época colonial, comenzó a importar todo aquello que no le era posible realizar en su territorio. Nos comenzamos a convertir así, en un país dependiente de otros países más desarrollados.
Para esa epoca la sociedad venezolana estaba dividida en clases sociales, el mayor número de la población vivía en el campo y su subsistencia dependía de las actividades del mismo. Así se forman las diferentes clases sociales, las cuales se clasifican de acuerdo a las labores que realicen donde las personas con más dinero y propiedades pertenecen a la clase alta, mientras que aquellos que realizan las labores del campo son de clase baja.
Las clases sociales son:
-Terratenientes: blancos criollos, civiles y militares, eran los propietarios de grandes extensiones de tierras.
-Burguesía: en sus manos se concentraba todo el dinero que provenían de las casas extranjeras.
-Campesinos: trabajan en las haciendas, no poseían propiedades .Constituían la mayor parte de la población .Se dividían en libres y esclavos.
-Esclavos: no poseían propiedades y eran propiedad de sus amos.

En la Venezuela agraria existían grupos políticos los cuales fueron:
Los Conservadores: formados por latifundistas, familias ricas provenientes de la época colonial, comerciantes y prestamistas cercanos a Páez (primer presidente de la Venezuela Agraria).Sus objetivos eran mantener sus privilegios, eran partidarios de la esclavitud y de la pena de muerte y sistema centralista.
Los Liberales: formados por terratenientes arruinados descontentos con Páez, políticos de los sectores medios y caudillos militares fuera del gobierno. Su líder fue  Antonio Leocadio Guzmán y sus objetivos era la abolición de la esclavitud y de la pena de muerte, sistema de gobierno federal, sistema de votación directamente para la elección de presidentes.



jueves, 28 de mayo de 2020

La teoría del desarrollo y su influencia en América Latina


LA TEORIA DEL DESARROLLO Y SU INFLUENCIA EN AMÉRICA LATINA







El estudio del proceso de desarrollo se remonta al surgimiento del régimen capitalista de producción. Para ello fue imprescindible el surgimiento de una disciplina de investigación teórica, que encontró en la Economía Política esa rama emergente. En Smith (2007) aparecen los elementos teóricos para el giro radical que experimentó la ciencia económica en el siglo XVIII.
A partir de entonces, la novedad en las propuestas teóricas (hasta mediados del pasado siglo), radicaba en la explicación del proceso de desarrollo capitalista. Sin embargo, lo que hizo particularmente importante el surgimiento de la teoría del desarrollo(1), fue el desplazamiento del centro de atención hacia los países subdesarrollados. En consecuencia, se comenzaron a investigar las características y las posibilidades de desarrollo de estos países, más que las causas que provocaban el subdesarrollo. La teoría del desarrollo inicia con algunos trabajos seminales de experiencias eurocentristas.

Desde la década de los años 30 comenzaron a irrumpir algunos estudios, que culminaron con la elaboración de las teorías del crecimiento económico. El origen de la separación teórica entre crecimiento económico y proceso de desarrollo se ubica en Schumpeter (1997). Este autor enunció que el crecimiento económico es un proceso gradual de expansión de la producción. El desarrollo es un proceso dramático, basado en nuevas combinaciones de medios y métodos de producción, que conducen a transformaciones en la organización de las industrias.

Según Díaz (2013) la economía del desarrollo se basa en la argumentación keynesiana, debido a que los países no deben dejar al mercado la solución de todos sus problemas, porque siendo un mecanismo de asignación de recursos, el Estado tiene que regularlo. La propuesta keynesiana proporcionó las pistas fundamentales para comenzar a revelar la senda de superación del subdesarrollo (Díaz, 2013). Sorhegui (2002) plantea la posibilidad de surgimiento de la teoría del desarrollo, precisamente porque fue Keynes (1968) el primer economista burgués que cuestiona la teoría neoclásica.


La teoría del crecimiento exógeno, en base al modelo Harrod (1939) registró el primer intento de dinamizar un modelo de la propuesta keynesiana. También Domar (1946) contribuyó a fortalecer estas ideas. Ambos se unificaron en el modelo Harrod-Domar(2). La conclusión fundamental del modelo, estriba en que los países subdesarrollados necesitan una fuente de ahorro interno para la inversión, que pueda expandir el crecimiento del producto. Bajo la influencia de este modelo surgen los pioneros de la teoría del desarrollo, enfocados en el crecimiento económico a largo plazo. Sus iniciadores fueron entre otros Rosentein-Rodan (1943)(3), Nurkse (1952) y Lewis (1960). El argumento sostenido descansa en la idea del crecimiento equilibrado, propuesto análogamente a la teoría ricardiana del comercio internacional. Con un Estado interventor el proceso inversionista sería la clave del desarrollo.


Desde la perspectiva teórica de Rosentein-Rodan, se formularon las primeras concepciones que indicaban la necesidad de capital para la transformación estructural de las regiones subdesarrolladas(4). La inversión se convirtió en el gran empujón que servía de motor al crecimiento económico, que devino en equilibrado y desequilibrado. Hay un nivel mínimo de recursos que debe ser dedicado a un programa de desarrollo, si este ha de tener alguna probabilidad de éxito. Lanzar a un país a un crecimiento autosostenido es, en cierto modo, como hacer despegar un avión. Hay una velocidad crítica sobre la pista antes de que el aparato se eleve. Procediendo "paso a paso", no se lograría un efecto igual a la suma total de los pasos. Un quantum mínimo de inversión en condiciones necesaria -aunque no suficiente- para el éxito. Esto es, expresado en pocas palabras, el contenido de la teoría del gran impulso

La teoría del crecimiento equilibrado (Rosentein-Rodan, 1943; Nurkse, 1955) plantea la imposibilidad de crecer en los países subdesarrollados. Su énfasis reside en los obstáculos al crecimiento, entre los que destacan; el tamaño reducido de los mercados, los bajos niveles tecnológicos y el exceso de población. Para romper el círculo vicioso urgen los incrementos de ahorro interno y la inversión extranjera, todos con el objetivo de captar capital y lanzar un programa de inversiones lo más armónico posible. El argumento del crecimiento equilibrado para países subdesarrollados se convirtió en punto de ataque por Myrdal (1957) y Hirschman (1964). Estos economistas propusieron no solo la intervención estatal, sino además, la protección a las industrias nacientes y los encadenamientos productivos, apoyado en la planificación sectorial de inversiones. El desequilibrio de un sector se convierte en factor de arrastre de los demás. La idea de la causación acumulativa de Myrdal (1957) exterioriza un efecto dominó en la economía. Se accede al desarrollo por medio de la interacción de esferas de beneficios. Un sector inicial recibe un impulso, que al ascender impulsa a otro, y así sucesivamente. Los sucesivos efectos de causación sobre todos los sectores influyen positivamente sobre el original (Singer, 1998).

La visión de Hirschman (1964) consideró la industrialización como senda en la estrategia de desarrollo, diferenciándose de sus colegas, por la admisión de la acumulación de capital y la modernización como elementos insuficientes. En este sentido el carácter endógeno del proceso de desarrollo sería la resultante de un proceso de toma de decisiones, involucrando creencias y expectativas en las personas.  La economía del desarrollo surgió como el inicio de un esfuerzo que habría de lograr una emancipación global del atraso. Para que tal esfuerzo cumpla su promesa, deberá afrontarse el desafío planteado por la mala política, en lugar de evadirlo. Ya se ha puesto en claro que esto no puede lograrse solo por la acción de la ciencia económica. Por esta razón no puede frenarse por completo la declinación de la economía del desarrollo: nuestra subdisciplina había alcanzado un brillo y un entusiasmo considerables gracias a la idea implícita de que podría acabar por sí sola con el dragón del atraso, o que por lo menos sería fundamental su contribución a esta tarea. Ahora sabemos que no ocurre así; un pensamiento consolador es que quizá hayamos ganado en madurez lo que hemos perdido en entusiasmo. (Hirschman, 1985, p. 446; énfasis original)

Su auge estuvo marcado por la confluencia de dos ingredientes básicos: 1) el rechazo a la pretensión monoeconómica y, 2) la pretensión del beneficio recíproco. El primero indica la incompatibilidad de las teorías tradicionales para explicar el subdesarrollo. El segundo, especifica cierta configuración de las relaciones entre países desarrollados y subdesarrollados, donde ambos salgan ganando (Hirschman, 1985). Su visión del proceso de desarrollo descansa en la endogeneidad y habilidad mental de los decisores en la formulación y conducción de políticas públicas. A pesar de que Hirschman (1985) declaró muerta la economía del desarrollo, su resurgimiento no hizo esperar. Lucas (1988) se encargó de revitalizarla. La teoría del desarrollo avanzó desde una concepción economicista, hasta que a mediados de los años 60 declinó su importancia en el ámbito académico internacional (García, 2006).

De esta manera, la historia de la economía del desarrollo puede describirse como una que comprende dos ciclos similares: el primero durante los años 40 y 50 el que se enfatiza el crecimiento del PNB, a la cual le siguen los años 60 y 70 en los que el énfasis es la distribución; y el segundo caracterizado por el renovado crecimiento del PNB en la contrarrevolución neoclásica durante los años 80, a la que sigue un renovado énfasis por el desarrollo humano y el alivio de la pobreza en los años 90


Entre las causas que se pueden citar en favor del declive de los estudios sobre el desarrollo, sobresale a nuestro entender, la avanzada neoliberal que secundó la crisis del modelo keynesiano en los años 70. Las ideas de Keynes (1968) se vieron superadas por la realidad.
De acuerdo con Adelman & Taft Morris (1997) y Adelman (1999), el proceso de desarrollo ha sido multifacético y no lineal. A pesar de su aparente carácter general, este ha demostrado a lo largo de la historia, que los patrones de desarrollo han estado asociados a especificidades históricas, sociales, culturales, demográficas y políticas. En Europa, Asia y América Latina, se pueden observar claramente experiencias contrastantes.


Emmerij (1998) y Adelman (1999) destacan la importancia de las condiciones económicas iniciales y el rol de las instituciones. El proceso de desarrollo es altamente complejo y contradictorio y la historia ha demostrado que sí cuenta. Su análisis no admite argumentos monofactoriales, que explican algunas experiencias particulares, pero excluyen la generalidad. Los problemas que condicionaron el auge de esta subdisciplina no han desaparecido, más bien se han acentuado. Su investigación requiere un enfoque de Economía Política; que supere el determinismo economicista, el simplismo del beneficio recíproco, la irrelevancia de aplicar teorías preconcebidas a condiciones históricas-concretas diversas, y el escepticismo a las políticas públicas.

El estructuralismo

El argumento que dio origen a las propuestas fundamentales del estructuralismo se ubica en la división del sistema capitalista entre centro y periferia, que tuvo en Prebisch (1986) a su iniciador. En un polo se ubica el desarrollo y en el otro el subdesarrollo, como procesos simultáneos en el tiempo, y en gran medida, como oposición a la concepción estática-etapista de Rostow (1961). La explicación del proceso de cambio de las economías y sociedades de América Latina, consiste en concebir el subdesarrollo como parte del proceso histórico global de desarrollo; tanto el subdesarrollo como el desarrollo son dos aspectos de un mismo fenómeno, ambos procesos son históricamente simultáneos, están vinculados funcionalmente y, por lo tanto, interactúan y se condicionan mutuamente, dando como resultado, por una parte, la división del mundo entre países industriales, avanzados o centros, y países subdesarrollados, atrasados, o periféricos; y, por otra parte, la repetición de este proceso dentro de los países subdesarrollados en áreas avanzadas y modernas, y áreas, grupos y actividades atrasadas, primitivas y dependientes. El desarrollo y el subdesarrollo pueden comprenderse, entonces, como estructuras parciales pero interdependientes, que componen un sistema único.

La distinción especial subyace en la idea de concebir el subdesarrollo y el desarrollo no como dos momentos de un mismo camino, sino como expresiones simultáneas de una misma realidad (Estay, 2003). Por tanto: "[…] el subdesarrollo no es sino una cierta conformación de la estructura económica, derivada de la forma en que se propagó el progreso técnico en el plano internacional"  La originalidad de esta propuesta parte de considerar una división del sistema capitalista en dos polos, uno homogéneo y desarrollado llamado centro, y otro heterogéneo y subdesarrollado llamado periferia, ambos polos presentan desiguales niveles de especialización en la división internacional del trabajo. La singularidad consistió en analizar las interrelaciones dialécticas entre las partes y el todo, es decir, las estructuras que componen el sistema capitalista.

La propuesta partió de una importante diferencia metodológica. Ello se verificó en la creación del método histórico-estructuralista. Con este enfoque, se muestra por primera vez un análisis heterodoxo en la teoría del desarrollo. Marcó un punto de bifurcación respecto a la teoría neoclásica, porque no se produce un crecimiento equilibrado, más bien se comienza a ver la situación latinoamericana como herencia del saqueo colonial y neocolonial de los países desarrollados. De acuerdo con Sorhegui (2002), lo específico del enfoque estructuralista fue el análisis de los patrones estructurales, que vinculan asimétricamente y continuamente las economías centrales a las periféricas.

Según Hidalgo-Capitán (2012) la llamada Industrialización vía Sustitución de Importaciones (ISI) fue el intento tardío de industrialización en América Latina, como medida para saldar las brechas comerciales que originaba la especialización productiva del centro productor de manufacturas y la exportación de materias primas procedente de la periferia. El mensaje era claro: tratar de producir lo que se importaba para eliminar el intercambio desigual entre ambos subsistemas. Esta propuesta tuvo una importante limitación metodológica, que radicó en aceptar acríticamente el orden capitalista. Al estructuralismo le interesan las estructuras, pero no como se conforman en un sistema dado. El cuestionamiento de este aspecto posibilitó el auge de la teoría de la dependencia, verificando una continuidad en el análisis del subdesarrollo, y una ruptura en el enfoque metodológico.

 La Teoría de la Dependencia

Los años 50 marcaron la súbita aparición del debate mundial entre subdesarrollo y desarrollo. Década y media después, el centro de las polémicas se trasladó hacia la Teoría de la Dependencia. Sus orígenes teóricos más importantes se pueden ubicar en las concepciones estructuralistas, y la influencia de la teoría económica marxista. Asimismo, la presencia de distorsiones en el modelo ISI, contribuyó a debatir la superación del subdesarrollo por la vía de la industrialización. El surgimiento del pensamiento dependentista, estuvo condicionado por una doble influencia: tanto del keynesianismo sobre el estructuralismo, como del marxismo sobre los neomarxistas que estaban ligados a la CEPAL.

Si la teoría del desarrollo y del subdesarrollo era el resultado de la superación del dominio colonial y del surgimiento de burguesías locales deseosas de encontrar su camino de participación en la expansión del capitalismo mundial, la teoría de la dependencia, surgida durante la segunda mitad de la década de 1960, representó un esfuerzo crítico para comprender las limitaciones de un desarrollo iniciado en un periodo histórico en que la economía mundial estaba ya constituida bajo la hegemonía de enormes grupos económicos y poderosas fuerzas imperialistas, aun cuando una parte de ellas estaba en crisis y abría oportunidad para el proceso de descolonización

La Teoría de la Dependencia constituye la continuidad de la economía política marxista, ajustada a las condiciones del capitalismo subdesarrollado. Marx (1973a, 1973b, 1973c) dedicó su obra a la investigación del capitalismo desarrollado, y presentó -salvo en el capítulo último del primer tomo de El Capital- muy pocos espacios a la teorización de la periferia. No obstante, este esfuerzo teórico incorpora a la economía política marxista la investigación del comercio mundial y su incidencia en el proceso de acumulación capitalista.

La dependencia está condicionada por el acelerado proceso de cambio tecnológico, que tiene su epicentro en los piases desarrollados. Su expresión histórica en las condiciones del capitalismo periférico, ha quedado reducidas a una relación desigual en el comercio internacional, donde el deterioro de los términos de intercambio ha sido la regla más que la excepción. Al mismo tiempo la diferencia de ingresos por exportación entre ambos polos es progresiva, y la brecha tecnológica muestra un distanciamiento importante. Las disparidades al interior de la región expresan una heterogeneidad estructural, que fractura los frutos del cambio tecnológico, y los filtra hacia el capitalismo desarrollado.

Marini (1973) sostuvo que las relaciones con el centro capitalista luego de la revolución industrial, implicaron un importante cambio en América Latina. Por ello el proceso de desarrollo en la región fue, la consecuencia de la inserción internacional en una dinámica ya definida por la división internacional del trabajo. En consecuencia, se establece la dependencia.

Entre sus más importantes autores destaca André Gunder Frank. Él expuso el carácter capitalista de América Latina desde sus orígenes, a partir de insertarse en el mercado mundial en el siglo XVI. De acuerdo con Solorza y Cetré (2011) además de este autor, se ubican Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro, Vania Bambirra, Aníbal Quijano, Orlando Caputo entre otros, que adoptaron un enfoque neomarxista en sus investigaciones. La utilización de la dialéctica fue una constante en todos ellos.

De modo general la problemática fundamental de estos pensadores fue demostrar que la dependencia no es un fenómeno externo, sino que al interior de la periferia se articulan estructuras internas, insuperables desde la perspectiva de la teoría del desarrollo. En este sentido la formulación de estrategias de desarrollo como la ISI, eran vistas como intentos desesperados por acceder a un desarrollo truncado.
La idea del desarrollo del subdesarrollo de André Gunder Frank, constituyó una diferencia importante con otros pensadores de esta corriente -tal vez por ser idea fundacional-, ya que el concepto alude a una satelización de los países subdesarrollados (Gunder, 1967). De acuerdo con este autor, el subdesarrollo se corresponde con un estadio atrasado y anterior al capitalismo.

Sin embargo, Dos Santos (1971) entendió el subdesarrollo como una consecuencia del desarrollo capitalista, que deriva en un capitalismo dependiente, en la que los países de América Latina no pueden superar su condición sin un cambio cualitativo en sus estructuras internas y en sus relaciones externas. Esta condición se origina por la conformación de estructuras internas a imagen y semejanza de las relaciones externas, las que someten a su lógica de dependencia al capitalismo periférico. Las medidas propuestas por la CEPAL y otras instituciones no parecen permitir la destrucción de las terribles cadenas impuestas por el desarrollo dependiente (Dos Santos, 1971). Se trata de:


  • trascender la teoría del desarrollo que busca explicar la situación de los países subdesarrollados como consecuencia de su lentitud o de su fracaso en la adopción de patrones de eficiencia característicos de los países desarrollados y que, si bien admite la existencia de una dependencia "externa", es incapaz de advertir el subdesarrollo de la manera en que lo entiende nuestra teoría, como consecuencia y parte del proceso de expansión mundial del capitalismo, parte necesaria e integralmente ligada a este proceso


Como una variante más de la Teoría de la Dependencia se ubican a Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto. Aunque son considerados neomarxistas no ortodoxos, conciben la dependencia en términos de relaciones de clase, lo que les permitió observar la posibilidad de conservar una coexistencia entre desarrollo capitalista y situaciones concretas de dependencia. La dependencia actúa en un solo sentido, solo encuentra solución fuera de los marcos del sistema de relaciones capitalistas de producción. La unilateralidad del proceso de desarrollo capitalista expande sus relaciones de poder hacia los países subdesarrollados, donde el escenario es propicio para acceder a una fuente de recursos naturales relativamente grande, según la premura del proceso de cambio tecnológico.

 El Neoestructuralismo

Si bien los años 50 y 60 estuvieron signados por la estrategia de sustitución de importaciones y la radicalización del pensamiento económico hacia una vertiente neomarxista, los años 70 fueron marcados por la convergencia de varios procesos importantes. Desde el punto de vista externo se produce a nivel sistémico una profunda crisis en el patrón de acumulación capitalista. La caída en la tasa de ganancia inicia el camino de regresión hacia la ortodoxia neoliberal. A fines de los años 70 se inicia el proceso de reestructuración neoliberal, al tiempo que el proceso de la globalización intensifica su difusión internacional como expresión del desarrollo de las fuerzas productivas. La economía internacional experimentó profundas transformaciones en este periodo. El nivel de afectación de estos cambios en la región se evidenció con la crisis de la deuda externa en los años 80. La convergencia de estas circunstancias condicionó la pérdida de la autoridad de la CEPAL en materia de desarrollo económico (Medina, 2009). Al mismo tiempo culminaba la etapa de mayor crecimiento económico del capitalismo.

De acuerdo con Rosenthal (1998) su origen radicó en la crisis de la deuda externa de 1982. El estallido de la crisis fue la conjunción de factores acumulados durante varias décadas. El cambio radical en el pensamiento económico latinoamericano estuvo, en gran parte, condicionado por un debate fuera de fronteras. A escala global se produjo el abandono de las políticas de desarrollo y la promulgación del neoliberalismo.
En medio de los programas de ajuste estructural del decenio de los 80, persistía un viejo problema: la desigual distribución del ingreso. La misma se acentuaba con las políticas neoliberales, mientras al interior de CEPAL se producía un intenso debate centrado en el corto plazo. La conjunción de estos factores hizo mella en la situación social, agravada por los golpes de estado en algunos países de la región. El clima político se tornaba de esta manera favorable a la instauración del neoliberalismo.

De acuerdo con Medina (2009) la CEPAL no solo perdió la autoridad en términos de desarrollo, sino que se centró en políticas cortoplacistas y abandonó la perspectiva histórica de su método de investigación. Hacia fines de los 80 se recuperó la visión de largo plazo. En consecuencia, el desarrollo dejó de ser el objeto de investigación. La institución sufrió la crisis de la teoría del desarrollo. Un estudio del proceso de industrialización en los países de Asia Oriental, y su comparación con el de América Latina, hicieron a Fajnzylber (1983) concluir que existía una diferencia en el patrón de crecimiento latinoamericano. Indicó la existencia de un "casillero vacío" en la región, marcado por el escaso dinamismo económico y alta desigualdad distributiva en los ingresos. Ambos son secuelas del proceso de sustitución de importaciones. La importación de tecnología desde los países desarrollados obstaculiza el proceso de aprendizaje tecnológico que lo debe acompañar. La supresión de esta situación estriba en un círculo virtuoso entre crecimiento, competitividad, progreso técnico y equidad.

Ante esta situación CEPAL (1990) inició la reconquista de la autoridad perdida en materia de desarrollo. Ello se produjo bajo la influencia del neoliberalismo. No obstante, la institución ha marcado distancia con la ortodoxia, al basar sus investigaciones en las lecciones históricas de la industrialización asiática. Sin embargo, su propuesta dista de la concepción histórico-estructuralista que le dio origen. De acuerdo con Medina (2009) los avances en materia de industrialización logrados con la ISI, no contribuyeron a cerrar la brecha tecnológica que separa a las economías latinoamericanas de los países desarrollados. La sustitución de importaciones no superó la concentración del cambio tecnológico en el centro, y lejos de atenuarla se incrementó. La nueva propuesta plantea la necesidad de lograr una adecuada inserción internacional mediante el logro de la competitividad.

La industrialización debe ser un proceso integral (CEPAL, 1990). Plantea superar no solo la vieja estrategia ISI que se encapsuló en el sector primario, sino que los demás sectores deben transformarse también. La distinción esencial radicó en el rol del cambio tecnológico, porque las innovaciones tecnológicas en todos los sectores incrementan el valor agregado de las exportaciones. Uno de los principales objetivos de lo que denominamos la transformación productiva es evolucionar hacia actividades económicas que generen mayor valor agregado y ofrezcan mayores posibilidades de crecimiento: es decir, lograr ventajas comparativas dinámicas. Por lo tanto, es probable que las medidas de intervención selectivas a las que hice alusión anteriormente se orienten al desarrollo de grupos de actividades que giren en torno a los productos industriales por los que América Latina se destaca, estableciendo vínculos hacia adelante y hacia atrás a fin de obtener productos de mayor complejidad y valor agregado. 

Lejos de desarrollar una crítica al sistema capitalista, la institución se ubica del lado del reformismo. Su concepción se limita a resolver las asimetrías entre centro y periferia en los marcos del capitalismo. Inicialmente la inserción se debía resolver mediante la ISI, el cambio reside en la competitividad internacional por medio de la sustitución de exportaciones. La primera se corresponde al auge de la teoría del desarrollo y la creencia de la industrialización como su trayectoria. La segunda se encumbra en la crisis en la teoría del desarrollo, y el auge del neoliberalismo. El pensamiento neoestructuralista y el estructuralismo conservan ciertas semejanzas. El origen del estructuralismo se debió al deterioro de los términos de intercambio comercial entre centro y periferia (Prebisch, 1986). De acuerdo con Bajraj (2000) CEPAL ha mantenido el enfoque integrado sobre el desarrollo, desde una perspectiva analítica global; con dimensiones políticas, económicas, sociales e institucionales. Además la transformacion estructural de las economías latinoamericanas ha sido otra constante del pensamiento cepalino.

La CEPAL ha señalado durante más de medio siglo que el desarrollo no es un proceso espontáneo, más bien es lo opuesto. Por su parte Bielschowsky (2009) alega que el enfoque macroeconómico asumido por CEPAL es heterodoxo, y el análisis sobre la inestabilidad de precios y el nivel de actividad han tenido un fundamento en los desequilibrios externos de la especialización productiva.

Según Ocampo (2000) el neoestructuralismo se asienta en tres ejes temáticos que resultan claves, porque han marcado históricamente el devenir de la institución. Estos resortes de CEPAL en sus casi siete décadas han sido; rescate de la inserción internacional, definición de los mecanismos de transmisión del cambio tecnológico, y la relación entre equidad y proceso de desarrollo.

Al mismo tiempo prevalecen elementos de ruptura entre ambos. Se destaca la concepción centro-periferia que le dio origen. La nueva terminología utiliza sistemas categoriales cercanos al neoliberalismo, y en su lugar utiliza términos como países avanzados y atrasados, que dificultan su comprensión en términos estructuralistas. El neoestructuralismo no desecha la herencia lograda durante varias décadas, más bien intenta conciliar las diferencias y enfocarse hacia un proceso de desarrollo multidimensional. La nueva propuesta busca aprovechar las capacidades en infraestructura creadas. Considera oportuno pasar a la segunda fase del proceso industrializador: avanzar hacia la sustitución de exportaciones de alto valor agregado.
Un aspecto medular en el análisis teórico deriva del método de investigación utilizado. Existe cierto debate sobre la metodología adoptada por los neoestructuralistas. Bajraj (2000) y Bielschowsky (2009) consideran cierta permanencia del método histórico-estructural. Sin embargo, Medina (2009; 2012), Medina & Días (2012) consideran que se ha producido un abandono, que se aproxima peligrosamente a las propuestas neoliberales.

A pesar de las desviaciones metodológicas de CEPAL en las últimas dos décadas, prevalecen en sus análisis más elementos continuidad teórica que de ruptura. Sus desviaciones obedecen a elementos coyunturales, que la condujeron al dilema de permanecer anclada en sus viejas concepciones de largo plazo, y mostrarse inútil a los requerimientos de los gobiernos, o adecuarse al contexto cortoplacista, consecuentemente, recuperar su autoridad moral en materia de desarrollo. Finalmente optó por la segunda variante.



DESARROLLO Y SUBDESARROLLO



DESARROLLO Y SUBDESARROLLO 





Cada concepto destaca así un aspecto particular de la problemática del desarrollo, y de esa manera constituye de hecho un diagnóstico de las causas básicas y de la política de desarrollo, puesto que el concepto prejuzga en qué sentido se debe actuar para alcanzar el desarrollo. Destacar, por ejemplo, la pobreza entre todos los aspectos, conduce a una política de desarrollo que pondrá un acento particular sobre la redistribución internacional e interna del ingreso. El subdesarrollo concebido como estado o situación estructural e institucional, lleva a sostener que el subrayado de la política de desarrollo debe ponerse en el cambio de las estructuras e instituciones que se presume determinan ese estado o situación. 

Cuando se destacan como características básicas las potencialidades desaprovechadas de los recursos humanos y naturales, el acento de la política de desarrollo se vuelca hacia la educación y la formación de mano de obra calificada, así como a la aplicación de la tecnología moderna. Cuando en cambio se insiste sobre los problemas de la dependencia, la política tenderá a modificar las formas tradicionales de vinculación entre países y al fortalecimiento del sistema nacional. La preferencia por uno u otro concepto implica, pues, la existencia de una concepción predeterminada del fenómeno, que se traduce en un diagnóstico de la o las causas básicas del problema y establece preferencias en cuanto a las prioridades de la política de desarrollo. Esa concepción apriorística es, en cierta medida, el producto de la posición ideológica y del método analítico del observador, así como también del conocimiento concreto que pueda tener de dichos problemas.

No carece de sentido, por lo tanto, realizar un esfuerzo de aclaración sistemática para saber qué entienden por desarrollo económico diferentes escuelas de pensamiento, y señalar el sentido que adquirirá el concepto en este libro; tal examen es particularmente importante porque su empleo es muy reciente y fue modificando sensiblemente su sentido. Y esto no sólo durante las últimas décadas, cuando su uso se ha generalizado, sino desde mucho antes, en la terminología económica que le sirvió como antecedente. En realidad, un concepto como el examinado encierra toda una gran definición de la problemática fundamental de la época, de cómo ha sido racionalizada y planteada en el terreno del pensamiento social, como así también respecto del pensamiento económico y de las políticas concretas. Para aclarar el contenido profundo que el concepto de desarrollo tuvo al principio cuando su uso se popularizó en los años inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial, y el que adquirió en la actualidad, así como para ilustrar la interacción histórica entre la concepción de un fenómeno, la realidad concreta y el pensamiento de la época, se tratará de investigar primeramente cuál es la connotación, sentido y naturaleza que al concepto ahora se atribuye, para cotejarlo en seguida con sus antecedentes históricos; para ello se procederá a un análisis comparativo de términos que expresaron ideas similares y fueron usados por corrientes de pensamiento bien definidas, en determinados períodos de los siglos xix y xx.

Se comienza, por consiguiente, con una referencia al surgimiento del tema del desarrollo como un tópico de preponderante actualidad política en la posguerra. Se continúa luego con un examen de sus antecedentes a través de las nociones de riqueza, evolución y progreso, propias de la gran expansión de la economía europea durante los siglos xv y xix bajo el signo del liberalismo. Sigue una apreciación de los conceptos de industrialización y crecimiento, fruto el primero de los esfuerzos deliberados de ciertos países para participar en el proceso desencadenado por la Revolución Industrial; y el segundo, de las políticas destinadas a solucionar los problemas del desempleo en economías capitalistas maduras. Más adelante se discuten, desde idéntico punto de vista, las corrientes de pensamiento o enfoques actuales sobre el concepto de desarrollo. El examen de cada uno de esos conceptos se realiza desde el ángulo de la realidad histórica concreta que refleja, del pensamiento económico de la época y del pensamiento social o filosófico correspondiente. Este análisis conceptual tiene gran importancia práctica; permite apreciar el desajuste que existe entre una problemática concreta y actual, cada vez mejor conocida, y los esquemas de pensamiento heredados del pasado para su interpretación y para fundamentar la acción política, que cada vez aparecen como más insuficientes.

LOS ANTECEDENTES


 a) E l desarrollo como tópico de la posguerra Al finalizar la segunda guerra mundial, en 1945, se completaban tres décadas catastróficas en la historia moderna: la primera guerra mundial, entre 1914 y 1918; la década de 1920, caracterizada por el desempleo, la inflación y desajustes económicos muy graves en la economía internacional, principalmente en Europa, y por el auge excepcional de la economía norteamericana; la década de 1930, signada por la gran depresión; y la de 1940, por la segunda guerra mundial. Esta última guerra, si bien fue el resultado de factores económicos, políticos e históricos muy profundos, que no corresponde analizar aquí, fue encarada, por parte de las potencias aliadas, en nombre de ciertos principios con los cuales se buscaba desterrar de la faz del mundo los grandes problemas que éste había vivido durante las décadas anteriores: la guerra, el desempleo, la miseria, la discriminación racial, las desigualdades políticas, económicas y sociales. Tanto en la primera Declaración Interaliada de 1941, como en la Carta del Atlántico, del mismo año, se expresa que las potencias signatarias consideran que el único fundamento cierto de la paz reside en que todos los hombres libres del mundo puedan disfrutar de seguridad económica y social, y, por lo tanto, se comprometen a buscar un orden mundial que permita alcanzar esos objetivos una vez finalizada la guerra. Dichos propósitos fueron reafirmados en la Declaración de las Naciones Unidas, firmada por representantes de veintiséis naciones en 1942, y en las conferencias de las cuatro grandes potencias realizadas en 1943 en Moscú y Teherán, y en 1944 en Dumbartoñ Oaks y Yalta. En las últimas dos conferencias aquellos propósitos se concretaron en los primeros bosquejos de la futura organización de las Naciones Unidas, establecida en la Conferencia de San Francisco, en abril de 1945.

En la Carta de las Naciones Unidas, adoptada en esa ocasión, los propósitos de desarrollo económico y social quedaron explícitamente reconocidos cuando se expresa que los pueblos de las Naciones Unidas estaban “decididos a promover el progreso y mejorar sus niveles de vida dentro de una libertad mayor”, “a emplear las instituciones internacionales para la promoción del avance económico y social de todos los pueblos”, “a lograr la cooperación internacional necesaria para resolver los problemas internacionales de orden económico, social, cultural o de carácter humanitario, y para promover y estimular el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin distinción de raza, sexo, lengua o religión”. Para llevar adelante estos propósitos de creación de un nuevo orden internacional en el área de los problemas económicos y sociales, se establecieron durante esos años una serie de organismos especiales en determinadas áreas de la actividad económica y social.

Estos y otros organismos internacionales dedicados a actividades más específicas y técnicas, constituyen una manifestación muy concreta de los propósitos y políticas que la mayoría de los países deseaban emprender a mediados de la década de 1940; producto, a su vez, de transformaciones profundas de las relaciones internacionales, la aparición de nuevas formas de organización política y económica nacional, cambios en la estructura social y de poder en las potencias dominantes y en las ex colonias, etc.

De los principios generales y de los propósitos concretos enunciados para las diferentes organizaciones internacionales se desprenden las tareas que, en lo económico, se preveían para la posguerra: reconstrucción de las áreas devastadas por la contienda, reorganización del comercio y las finanzas internacionales y adopción de políticas de pleno empleo en los países industriales. Estas preocupaciones reflejaban directamente los principales problemas que había vivido el mundo en los años anteriores y todas ellas expresaban tareas de envergadura mundial. Desde luego, el conflicto bélico afectó no sólo los países industrializados ' sino también las áreas no-industrializadas de Europa, vastas regiones de África, i del Medio Oriente y de Asia. Por otra parte, la crisis de la economía internacional, que se inició a partir de la primera guerra mundial, se agravó durante el largo período depresivo por el que atravesó la economía europea durante la década de 1920 y se propagó, con graves repercusiones para todo el mundo, a raíz de la gran depresión. Esta crisis económica produjo una grave desocupación y caída del ingreso en los países centrales y, en virtud de la contracción f del comercio mundial y de la interrupción de los flujos internacionales de capital, provocó efectos similares en los países proveedores de materias primas. 

Las tareas planteadas en los primeros años de la posguerra fueron por consiguiente, y en forma primordial, la reconstrucción y solución de los problemas inmediatos de abastecimiento de los países devastados por la guerra, así como la revitalización del sistema económico internacional, basado sobre políticas de pleno empleo en los países industrializados. No obstante las declaraciones de principios antes indicadas, las tareas fundamentales se concebían en la práctica como esfuerzos transitorios, los que quedarían superados una vez que se llevase a cabo la reconstrucción de las áreas afectadas por la guerra y fuese restablecida la normalidad en las condiciones económicas y de comercio mundiales. Las preocupaciones de los países integrantes de las Naciones Unidas y de los organismos del sistema tuvieron que comenzar a responder, sin embargo, desde muy temprano, a una serie de nuevas exigencias, de orden más permanente; estas preocupaciones respondían indirectamente a los enunciados de progreso económico y social, en cuyo nombre se hizo el esfuerzo bélico, y constituían la expresión de un nuevo, importante y creciente grupo de países, que comenzaba a manifestar sus intereses en el foro mundial creado por las Naciones Unidas y sus organismos especializados.

b] Conceptos similares Se comenzará por cotejar el concepto de desarrollo con el de riqueza, funda, mental en el pensamiento de los autores clásicos. La famosa obra de Adam Smith  cuya publicación en 1776 sienta las bases de la escuela clásica se titula Una investigación de las causas y naturaleza de la riqueza de las naciones. Según J. S. M ili, principal sistematizador del pensamiento clásico, y quien publica su obra fundamental en 1848, la riqueza es el indicador de la prosperidad o decadencia de las naciones. Para esta corriente de pensamiento, el concepto de riqueza se refiere en forma directa al potencial productivo de una como uni­dad, que se traduciría en “aquel conjunto máximo de bienes que un país puede obtener, dada la naturaleza de su suelo, su clima y su situación respecto de otros países’’

Entre los clásicos, esta idea va asociada a una determinada manera de percibir el funcionamiento de la sociedad, concebida como un conjunto de individuos o unidades económicas que se comportan según una serie de leyes y principios inmutables, que definen el funcionamiento del sistema o mecanismo económico. La riqueza es, para ellos, el producto de una sociedad organizada jurídica e institucionalmente de acuerdo con la filosofía del derecho natural. Esta concepción está estrechamente relacionada con la filosofía individualista y liberal del Derecho y del Estado que se difunde ; basada sobre el sistema de la libre concurrencia económica, sistema que descansa a su vez sobre los principios de la libertad individual, de la propiedad privada, de la sucesión privada de los medios materiales de producción (tierra y capital), y de la libertad de los contratos.6 O dicho con palabras de Hicks: “Los principios liberales, o no-intervencionistas, de los economistas clásicos (Smith, Ricardo), no eran, en primer lugar, principios económicos; era una aplicación a la economía de principios cuyo campo de aplicación se suponía mucho más amplio” .6 esta concepción tiene su base histórica principalmente en el siglo x v i i i , que presencia los comienzos de la Revolución Industrial, que se manifiesta por una gran multiplicación de pequeños talleres y empresas, una gradual liberalización del orden económico mediante la abolición de la servidumbre en las áreas rurales y la destrucción de los gremios artesanales en la ciudad y las restricciones impuestas a la nobleza y al monarca absoluto con el surgimiento de cuerpos legislativos representativos de la nueva clase burguesa en ascenso.

La noción de industrialización, concebida como un proceso deliberado, tiene antecedentes muy antiguos. Nace generalmente como resultado del atraso relativo de determinados países frente a otros que han avanzado sustancialmente en el proceso de industrialización, y postula una política proteccionista frente a las potencias industriales. Es el caso de Estados Unidos, a mediados del siglo pasado y, posteriormente, de Alemania y de Japón frente al crecimiento y expansión geográfica del potencial industrial de Inglaterra. Tiene sus exponentes principales en Estados Unidos, y  en la escuela histórica alemana. En el siglo xx el retraso en la evolución del capitalismo en Rusia, y la revolución política registrada en ese país, posibilitan la creación de una economía socialista planificada, dedicada fundamentalmente a la organización acelerada de una economía industrial. Marx y Lenin sobre todo este último son los principales exponentes del pensamiento económico que se percibe detrás de estos esfuerzos por constituirse en una potencia industrial moderna. El atraso de Alemania e Italia en su desarrollo industrial frente a las demás potencias europeas consecuencia en parte de la primera guerra mundial y del período de desajuste económico posterior impulsa a los regímenes nazi y fascista respectivamente, a estimular en forma considerable la industria, tanto para convertirse en potencias bélicas como para lograr un elevado grado de autosuficiencia. En América Latina, como ya antes se señaló, la década de 1930 es también un período de importantes esfuerzos en materia de industrialización. La base histórica de esta política es la necesidad de diversificar las economías de la región para superar la dependencia externa; constituyó su impulso más inmediato la crisis de 1930, que induce a los países más importantes del área a un proceso acelerado de sustitución de productos manufacturados de importación. Las políticas anticíclicas y proteccionistas de países industriales, así como la influencia ideológica del socialismo, del New Deal, el fascismo y el narzismo, influyen considerablemente sobre las medidas de industrialización que se adoptan en América Latina.

 ENFOQUES ACTUALES 


El análisis de conceptos históricamente equivalentes al de desarrollo económico permitió observar cómo cada uno de ellos refleja, en realidad, una corriente de pensamiento. Muestra al mismo tiempo cómo se asocian tanto a la problemática concreta que cada corriente trata de expresar, como al trasfondo filosófico y cultural dentro del cual se desarrolló la misma. Este enfoque filosófico general y la percepción de su marco cultural, podría denominarse “visión”; y en ésta convendría destacar dos aspectos: el ideológico y el metodológico. Toda corriente de pensamiento, en efecto, implica una visión del deber ser, una aspiración, un ele ento prospectivo; en suma, una ideología. Y por otra parte llega a conclusiones por el em pleo de determinado método de análisis. Por consiguiente, si se desea realizar un estudio de los principales enfoques actuales del desarrollo será necesario examinar dichas posiciones desde un punto de vista ideológico y también metodológico, indispensable para definir cada posición en cuanto a los objetivos, metas y aspiraciones que se supone deberá satisfacer el desarrollo; es decir, el desarrollo concebido en su sentido ideológico o prospectivo. Y para lograrlo deberá tenerse una perfecta claridad respecto del método analítico a utilizar en el examen del desarrollo. La circunstancia de que no se realice este tipo de análisis o se descuiden estos aspectos, no implica ausencia de una posición ideológica y metodológica frente a estos problemas. Como ya se ha visto, la admisión de cualquier concepto implica necesariamente adoptar una determinada posición. Y la única forma de que ésta adquiera verdadera seriedad y objetividad es admitirla de modo explícito, para así poder escoger en forma perfectamente consciente la ideología y el método que corresponden a la posición adoptada por cada observador. Colocarse en una posición presuntamente “neutral”, negándose a precisarla, no lleva a una mayor objetividad sino, por el contrario, puede conducir a aceptar, de manera acrática o inconsciente, las posiciones implícitas en alguna de esas corrientes de pensamiento existentes. Asimismo se establecen ciertas directrices que fueron patrones para el desarrollo como lo son: 

a] E l desarrollo como crecimiento
B l subdesarrollo como etapa
c] E l desarrollo como un proceso de cambio estructural global

Principios y enfoques del desarrollo


EL PROCESO DEL DESARROLLO Y SUBDESARROLLO 











El proceso de subdesarrollo de las diversas sociedades latinoamericanas presenta rasgos comunes y a la vez diferencias estructurales susceptibles de ser identificadas y precisadas analíticamente. Ambas características se pueden expresar mediante una tipología a través de la cual los rasgos comunes se manifiestan en la especialidad histórica de los procesos económicos diferenciados que experimentaron los países latinoamericanos. El tipo de análisis que se realiza se apoya en la bien conocida interpretación de la c e p a l , que tiene el mérito de captar los aspectos más relevantes del proceso de desarrollo económico de los países latinoamericanos, destacando sobre todo sus rasgos comunes. Por ejemplo, el llamado modelo de crecimiento hacia afuera señala los vínculos existentes entre el crecimiento económico y la expansión del sector exportador que se dio en casi todos los países de América Latina. N o obstante, para captar lo específico de cada caso histórico particular resulta revelador examinar las condiciones preexistentes al auge del crecimiento hacia afuera, así como las características concretas de la actividad exportadora. De esta manera, se podrá comprobar que los diversos tipos de su economía dependen de cada situación preexistente y de sus formas de vinculación con el sistema económico internacional en expansión.

El estudio de la situación preexistente requiere un análisis histórico de las economías y sociedades que se configuran a partir de las sociedades precolombinas y de las repercusiones que sobre las mismas tuvo la expansión del capitalismo comercial. Sobre la base de este trasfondo histórico, la vinculación de las economías latinoamericanas con el mercado mundial en el siglo xix se estudia tomando como eje una categoría de análisis fundamental: la capacidad de diversificación del sector exportador. Estos dos elementos permiten precisar la tipología de manera que pueda detectar las características estructurales que se configuran en las diversas economías de la región durante el período de expansión hacia afuera, las que a su vez delimitan el marco estructural que condiciona su ulterior proceso de industrialización en la etapa del llamado proceso de sustitución de importaciones. En síntesis, los esfuerzos para lograr una interpretación de la realidad latinoamericana que llegue a un mayor grado de concreción, debería conducir a la elaboración de una tipología que identifique los trazos comunes e indique al mismo tiempo con cierta concreción y rigor sus evidentes particularidades estructurales, las cuales condicionan evoluciones diferenciadas y, por consiguiente, políticas de desarrollo diferenciadas también una hipótesis de trabajo fundamental en la elaboración de la tipología y en la explicación del proceso de cambio de las economías y sociedades de América Latina, consiste en concebir el subdesarrollo como parte del proceso histórico global de desarrollo; tanto el subdesarrollo como el desarrollo son dos aspectos de un mismo fenómeno, ambos procesos son históricamente simultáneos, están vinculados funcionalmente y, por lo tanto, interactúan y se condicionan mutuamente, dando como resultado, por una parte, la división del mundo entre países industriales, avanzados o “centros”, y países subdesarrollados, atrasados, o “periféricos”; y, por otra parte, la repetición de este proceso dentro de los países subdesarrollados en áreas avanzadas y modernas, y áreas, grupos y actividades atrasadas, primitivas y dependientes. El desarrollo y el subdesarrollo pueden comprenderse, entonces, como estructuras parciales pero interdependientes, que componen un sistema único.

Esta concepción del desarrollo se fue formando a la luz del análisis histórico de la realidad latinoamericana y del examen crítico de los diferentes conceptos de desarrollo usuales en la literatura económica y sociológica. De allí que en la primera parte del texto se pase revista al origen de este concepto, a sus antecedentes, a las nociones que cumplieron o cumplen un papel similar al que ahora desempeñan las de desarrollo y subdesarrollo (riqueza, evolución, progreso, industrialización, etc.) y, finalmente, se realice una clasificación dé los enfoques actuales del concepto de desarrollo (el desarrollo como crecimiento; como estado, etapa o situación, y como cambio estructural global). Esta clasificación, aun cuando arbitraria, resulta útil para ordenar desde un punto de vista metodológico, la copiosa literatura actual sobre el desarrollo. Al mismo tiempo, señala las características que distinguen al enfoque postulado.

El enfoque estructural en que se apoya este concepto de subdesarrollo, sugiere que el conjunto de elementos que en ciertas teorías se dan como causas del subdesarrollo,el bajo nivel de los ingresos y ahorros, la inestabilidad, el desempleo y el subempleo, y la especialización en las exportaciones primarias, el atraso tecnológico, entre otras. Constituyen más bien los resultados del modo de funcionar de un sistema subdesarrollado. Dada la forma en que las estructuras económicas, sociales y políticas se vinculan dentro de un sistema, queda definida la manera de funcionar de éste mediante un proceso, el cual a su vez origina los resultados que el sistema genera. Se desprende de lo anterior que esta manera de enfocar el subdesarrollo se apoya en las nociones de estructura, sistema y proceso. En lo que respecta al análisis del subdesarrollo, estas categorías analíticas parecen ser más fructíferas que las de la teoría económica convencional. 

A estas alturas conviene adelantar una apreciación preliminar sobre cómo se concibe el funcionamiento de un sistema subdesarrollado. En general, un conjunto de estructuras vinculadas entre sí por ciertas leyes de funcionamiento (estructura económica, social, política, cultural, etc.), configuran un sistema, en este caso, subdesarrollado. A su vez, cada estructura es un conjunto de elementos u objetos relacionados entre sí también por ciertas leyes (por ejemplo, la estructura económica será el resultado de la forma en que se articulan los recursos naturales, el capital, la mano de obra, la tecnología, los mecanismos de financiamiento, etc.). En consecuencia, el funcionamiento combinan las estructuras según sus leyes de funcionamiento, o sea, según las formas de vinculación y de interacción de las diferentes estructuras. Ese sistema se modifica por efecto de influencias externas significativas que generan cambios en la estructura económica (por ejemplo, establecimiento de un sector especializado de exportación), en la estructura social (formación de nuevos grupos sociales), en la estructura política (nuevas formas de participación y de organización institucional, etc.). Los cambios que surgen en las distintas estructuras van creando nuevas formas de vinculación entre ellas y paulatinas modificaciones, lo que se traducirá en una nueva manera de funcionar del sistema y, por consiguiente, en otros resultados.